Misa Flamenca

La Misa Flamenca de Antonio Gómez ‘el Turry’

No hay duda que el flamenco es una música del pueblo y como él va creciendo, formando  parte de su día a día y sumergiéndose en sus anhelos y tradiciones. El flamenco refleja el sentir de las gentes, desde su pena hasta su alegría, desde el drama hasta la fiesta. Así, no es raro ligar este arte a los toros o a la religión (en este caso la católica). Una de las expresiones de mayor notoriedad, aparte de las saetas en la Semana de Pasión, son las misas flamencas. En 1972, Fray Gabriel del Estal, en ABC, manifestó que «el flamenco es ya de suyo una oración. Se puede expresar con él todos los sentimientos. Pero los más profundos, como los religiosos, son los que más propiamente le van. Pedir a Dios ayuda por la incomprensión de los hombres, por los males de la sociedad, por las desgracias y pecados del mundo, es flamenco de ley». 

Desde el Concilio Vaticano II, en 1963, la Iglesia comenzó a promover la música tradicional de los pueblos, tanto en las escuelas como en las acciones sagradas, en las que el flamenco entra de lleno. Como consecuencia de ese impulso, comienzan a grabarse los primeros discos flamencas de ceremonias religiosas. La primera fue la de Fernández Latorre y Torregrosa, en 1966, que contó con la participación de Rafael Romero ‘el Gallina’, Pericón de Cádiz, Chocolate, Pepe ‘el Culata’ y Los Serranos al cante, Víctor Monje ‘Serranito’ y Ramón de Algeciras al toque y con los coros de Maitea y Easo. En 1975, Fosforito graba su Misa Flamenca; en 1991 lo hace Paco Peña; y, el mismo año, Enrique Morente; Alfredo Arrebola, en 2005; los hermanos Curro y Carlos Piñana, en 2007; y Tito Losada, recientemente, llamada Los gitanos cantan a dios, en 2015.

Antonio Gómez ‘el Turry’ se fija en la primera de estas grabaciones y en la de Morente, dándole una visión íntima y actualizada, para componer su ceremonial. Alguno de los cortes son de creación propia, basándose en textos de Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz o Lope de Vega.

La Misa Flamenca de Paco Peña (que vale para todas las del género) trata de «unir los dos conceptos, la misa católica, procedente de una disciplina religiosa formal y el cante flamenco, una tradición oral que es del pueblo y se expresa en forma de grito incontrolable: el artista flamenco se cría con ambas cosas y ambas cosas provocan sentimientos muy similares en él, repletos de fuerza emotiva». «El flamenco —continúa el guitarrista cordobés— es un arte con una carga emocional que, si se entrega de manera auténtica, transciende el mero acto físico de cantar y llega a colocarse en un plano espiritual».

La Misa Flamenca de los hermanos Piñana —cantaor y guitarrista— no se limita al catolicismo. En ella puede reconocerse la vocación primigenia del flamenco que, desde los rezos árabes hasta las saetas cristianas. Proponiendo, como ya apuntaba Enrique Morente, que más que ‘misa flamenca’ debería llamarse ‘canción religiosa’, abarcando la oración espiritual sea cual sea el credo en cuestión. «Se trata de un recorrido melódico y rítmico donde la presencia de los cantes ‘libres’ hace referencia a las ragas hindúes y a la conocida llamada del muecín islámico a la oración, lo que revela la influencia árabe, que junto a la judía y cristiana le dieron origen a la particularidad del flamenco». 

La misa flamenca conjuga la solemnidad religiosa y el fervor flamenco con una mirada intercultural e interreligiosa, recreando de este modo una atmósfera atractiva para todos los amantes del arte, sean creyentes o no, al tiempo que se configura una muestra de espectáculo flamenco especialmente espiritual. (Es necesario, por otra parte, no confundir la misa flamenca con la ‘misa rociera’, en la que para el santo, el aleluya o la comunión se recurre a letras compuestas en tiempo de rumbas, sevillanas y fandangos.) 

Antonio Gómez ‘el Turry’ estrenó su Misa Flamenca en la Iglesia de la Encarnación de Almuñécar, Granada, respaldado por el también cantaor Sergio Gómez ‘el Colorao’ y por José Enrique Morente, como artista invitado; arropados por las guitarras de Rubén Campos y Ricardo de la Juana; al contrabajo Joan Massana; y Benjamín Santiago ‘el Moreno’ a la percusión. 

La Misa Flamenca del cantaor granadino en concreto se compone de: Kyrie, en forma de caña, con música de José Torregrosa y letra de Fernández de la Torre; Introito, que son unos tangos de Enrique Morente, con letras de Rafael y Lope de Vega; Credo, también de Morente; Sanctus, bulerías del Lebrijano, Luis Peña y Manolo Sanlúcar; Benedictus, de Antonio Gómez ‘el Turry’, con un poema de Santa Teresa de Jesús, también por bulerías; Agnus Dei, una seguiriya de ‘El Turry’, basada asimismo en Santa Teresa; y Salve, de Manuel Font, Enrique Morente y Antonio Gómez ‘el Turry’. Como regalo se añade en el trabajo Aleluya de Leonard Cohen, adaptada para el flamenco por Enrique Morente y Alberto Manzanero.

Acompaña igualmente la grabación el Coro Ciudad de Almuñécar, dirigido por Pablo Guerrero, que aporta una perspectiva lírica impagable en el Introito o en la Salve final. Esta mezcla conmovedora de la misa católica con las diferentes formas flamencas y el coro clásico cautiva sin duda al mundo musical.

Jorge Fernández Bustos